La entrevista dominical es con el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy, quien dio sus primeros pasos en Radio Darío. Medio siglo más tarde recuerda a la emisora como el vehículo para descubrir su modesta faceta como comunicador y como artista del sonido. Sobre el país, el autor de “Nicaragua, Nicaraguita” piensa que mientras más divididos estamos más lo celebra el enemigo. Siempre se preocupó por no escribir una sola tilde a favor de ningún personaje vivo. Nunca imaginó que del sandinismo se iba a desprender este capítulo terrible de la historia del país y «no entiende como esa gente (Daniel Ortega y Rosario Murillo) de “El Carmen” pueden autollamarse cristianos»

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¿Usted tiene varias anécdotas con Radio Darío?

Fui uno de esos hombres que tuvo el privilegio de conocer a Don Juan Toruño fundador de Radio Darío. A la comunidad leonesa debo gran parte de mi vida, ya que ahí me gradué como bachiller, estudié un año de derecho y en el barrio El Calvario inicié mi vida semiprofesional en Radio Atenas, y unos meses más tarde hice contacto con Don Juan Toruño para comenzar otro ciclo decisivo en mi vida bajo ese Ceibo de la comunicación que es Radio Darío, que significó para mi un eslabón en ese despegue de mi vida profesional, y yo soy un hombre nacido desde la radio, que fue para mi desde León el vehículo importantísimo para descubrir mi modesta faceta como comunicador y más tarde como artista de la palabra y el sonido.

¿Cómo participaba en la radio, lo recuerda?

Participaba en los saludos que se hacían con los vals de José de la Cruz Mena y gracias a un amigo ya fallecido Lorenzo Sonfonía Mayorga. En este entonces solo existían Radio Darío, Atenas, Circuito y la Philips. Esos saludos eran muy caracterizados porque eran pequeñas grosas literarias para los cumpleañeros o los que celebraban alguna efeméride, un aniversario de boda, un bautizo.

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¿Cómo ha sido su exilio? que dicho sea es la segunda que lo vive

Yo siempre he dicho que lo que uno ha sufrido es más infinitamente pequeño que el sacrificio de los que han dado la vida o en este caso tambien la cuota de la libertad por Nicaragua, por aquellos que están sufriendo prisión, que son vejados, torturados, acosados por este régimen criminal. Entonces lo mío es una mínima cuota de participación. Llevo mi exilio con la mayor dignidad posible, pensando más en los hermanos que sufren, que lo que yo estoy dando. El creador (Dios) me dotó de una vena literaria que me permite tratar de mantener ese flujo con la música y en los últimos meses con el dibujo.

Un día dijo que regresaría hasta que saliera el último reo y hasta que cese la represión ¿será así o planea regresar pronto?

El sueño de regresar a Nicaragua es permanente, no hay un solo día que al acostarme me comunique con el creador para decirle que me de la fuerza, la energía suficiente para soportar esta cavanga infinita, y cuando me levanto todas las mañanas me vuelvo a encomendar al creador para que me de un día para poderle servir a él y a nuestro querido pueblo. En ningún momento abandono el sueño de regresar. Antes de esta entrevista estaba escribiendo los primer versos de algo que se va a llamar pequeñas rapsodias de la cavangas, que habla del dolor de estar lejos y del deseo vehemente de regresar y quiero expresar todas las emociones alrededor de esa sed infinita del retorno.

Ante el Covid19 ¿Cómo ha vivido la cuarentena?

Quiero confesar con agradecimiento a Dios que soy un hombre bendecido porque me tocó esta pandemia aquí en California (Estados Unidos) en casa de mi hermana Conchita. Estoy en una casa donde tengo mi comida, mi dormida y mis necesidades básicas resueltas. Afortunadamente en esta casa tengo un piano, ¡que más quiero! Estoy contento porque de alguna manera este encierro me da la oportunidad de desbordar mi amor a Nicaragua a través de la música y el dibujo. Participo en conciertos virtuales y estoy más que entretenido.

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¿Cómo es la experiencia de ofrecer un concierto virtual?

Es una cosa maravillosa poder enlazar voces y sentimientos de los hermanos que están en Costa Rica, Nicaragua, Noruega, y a pesar de la diferencia de horas y conectarnos profundamente en ese amor a Nicaragua a través de la música. Han sido alrededor de cuatro conciertos. Tengo además un canal (de Youtube) de saludos con los hermanos nicaragüenses que están en todas partes del mundo, he vuelto a hacer lo que hacía en Radio Darío y es original esta experiencia de volver uno a sus raíces.

Hablemos del país ¿Imaginó volver a ver Nicaragua bajo la bota de un gobierno?

En realidad no. En estos niveles de crimen de lesa humanidad, asesinatos, masacres, persecución, acoso constante a los ciudadanos, es algo inédito. Nunca imaginé que esa familia a la que yo pertenecí, la familia del sandinismo, se iba a desprender este capítulo terrible de nuestra historia. Nicaragua a caido a un nivel tan deprorable, tan triste, de cara al gobierno que tenemos, al desgobierno que tenemos. «No entiendo como esa gente de “El Carmen” pueden autollamarse cristianos», cuando no cumplen con ni un ápice del evangelio.

Sobre Daniel Ortega y Rosario Murillo ¿qué piensa?

No tengo palabras. Yo en algun momento talvez lo recuerdan, hice una carta a Daniel (Ortega), frontal, no le hablé como se le habla al personaje de alto nivel, le hablé como un ser humano en lenguaje cotidiano y le pregunté, “hasta dónde va a llegar esta tragedia, tenes que dejar de matar a la gente Daniel”. Yo nunca le dije comandante, aunque se supone que por respeto uno tiene que utilizar esos términos, yo siempre le llame Daniel. En muchas ocaciones lo visité para desahogar algun problema que se había suscitado en mi condición de artista, porque nunca me dejé manosear, nunca acepté camisas de fuerzas de nadie para proyectar mi oficio de cantor, nunca acepté censuras. Siempre me preocupé por no escribir una sola tilde a favor de ningún personaje vivo, porque aprendí que somos proclives  a tomar un mal camino, el hombre tiene una mala levadura y no hay una sola canción que diga yo, Dios mío, a qué hora escribí esto, aunque mis temas siguen siendo usados para reprimir y machacar a nuestro querido pueblo, pero le digo al pueblo de Nicaragua que pueden siempre contar conmigo con mi modesta cuota de participación como artista, creador y ser humano.

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Las madres y los jóvenes de Abril ¿cambiaron la vida de Carlos Mejía Godoy?

Siempre la mujer y especialmente la madre ha tenido una importancia vital, ahí están la abuelita, madre nicaraguense, Leona de tiempo completo, entre los escombros, en fin. Creo que son más de diez canciones dedicadas a las mujeres, a esas maravillosas tayacanas que nos han demostrado con su ejemplo el camino de la dignidad. Mis respetos infinitos a esas madres que están ahí, luchando por sus hijos, algunos reos políticos y manteniendo esa actitud con sus hijos que ya descansan en la paz del señor.

Los jóvenes, bendito sea ese momento en que estos muchachos asumieron la actitud heroica, un despertar, estábamos en una modorra espiritual y ellos vinieron a despertarnos a decirnos basta de estar atolondrados sin reaccionar, y nos dejamos llevar por esas voces aguerridas, gallardas, que no solamente fueron voces, sino acciones en las que arriesgaron sus vidas.

¿Ve en sus oraciones a Dios una nueva Nicaragua?

Estamos enfrascados en un momento decisivo de cara a la unidad, no quiero reiterar el discurso que se expresa alrededor de esa llamada unidad profunda, coherente y granítica, pero la verdad de las cosas, es que mientras más divididos estamos más lo celebra el enemigo. Satán siento yo que brinca cada vez que surge una descalificación, que surge esa frase hiriente contra nuestros hermanos. Podemos estar equivocados en nuestra forma de actuar, pero solamente dialogando entre nosotros, solamente poniendo las cosas sobre la mesa podemos llegar a un acuerdo. El grito es unidad, unidad y unidad. Seguimos lamentando esas fisuras, pero tenemos el optimismo de que nuestro pueblo por fin va a despertar en este nuevo ciclo y vamos a poder ponernos deacuerdo para unir todas las fuerzas contra el crimen, la impunidad y contra ese gobierno terrible que va a pasar a la historia como uno de los más nefastos del mundo.

Por Francisco Torrez Tapia