El culto a la madre de Dios, bajo el título de la Merced se origina a partir de la situación que vivía Europa en aquella época. Entre los siglos VIII y XVI, el mundo Musulmán se encontraba en expansión, lo que desató una situación de guerra continúas por el dominio de Europa, razón por la cual los seguidores de Jesucristo y su cruz se ven forzado a empuñar las armas para defender a las personas y los lugares cristianos ante el avance conquistador de los discípulos de Mahoma.

Estos constantes enfrentamientos armados por más de 600 años produjeron numerosísimos prisioneros de guerra por ambas partes. Dichos prisioneros todos creyentes de Cristo, recibían el nombre reconocido, el derecho de cautivos. Los cautivos de Islam quedaban reducidos a la condición de esclavos y sometidos al dominio absoluto de sus dueños. En consecuencia, cristianos cautivos y cristianos esclavos eran sinónimos. En el Siglo XIII, esa era la triste condición de innumerables cristianos de los países sureños de Europa.

De esa manera los cristianos cautivos en poder de los Musulmanes corrían el peligro de renegar de la verdadera fe. Frente a esta situación la Iglesia Católica no podía permanecer insensible y es por eso la idea de liberación, rescate o redención de lugares santos del cristianismo y de cristianos templos de Dios, sacudió la conciencia de la cristiandad.

Ellos suscitaron numerosas iniciativas entre ellas la aparición de las órdenes religiosas redentoras, que se pusieron al servicio de la fe, no con la fuerza de armas, sino con el fervor de la caridad. En este grupo de instituciones religiosas redentora destaca la orden de la Merced, fundada en España por San Pedro Nolasco.

San Pedro Nolasco y la Fundación de la orden de la Merced.

Pedro Nolasco veía con preocupación que día a día los cautivos no solo no disminuían, sino, que su número se acrecentaba, por ello buscó en su ferverosa oración la inspiración divina para continuar la obra de Dios iniciada por él.

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