Los robos de verjas, placas, láminas de zinc y hasta piezas de mármol son cada vez más frecuentes en el cementerio municipal chinandegano y nadie responde por las pérdidas.

Ana Oconor, llegó este fin de semana a visitar la tumba donde descansan los restos de su madre. Lo que debía ser un momento solemne y espiritual se convirtió en indignación porque el mausoleo fue saqueado. Las láminas de zinc, que cubrían el sepulcro fueron robadas.

“Hace dos años con sacrificio hice este enverjado y techado. Nosotros pagamos a la alcaldía un impuesto, aquí no estamos de gratis. ¿Dónde está la seguridad? ¿dónde están los vigilantes que cuidan?” se preguntó, Oconor.

No es el primer robo de esta naturaleza en ese cementerio. Miembros de la familia Álvarez, originarios de la comarca oriental San Isidro, vivieron la misma situación y denunciaron en el mes de agosto el robo de 11 láminas de zinc, que techaban la bóveda familiar y desaparecieron de la noche a la mañana.

Aunque las familias afectadas se han quejado por el vandalismo  en la administración del cementerio, el cuerpo de seguridad de este campo santo no explican cómo desaparece el zinc, sin que nadie escuche o vea nada.