El año 2021 fue un calvario para Pablo Cuevas, ex funcionario de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), organismo ilegalizado reciente por el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.

A inicios de este año no solo aumentaron las amenazas y el asedio contra él. Su amplia trayectoria defendiendo los derechos humanos lo llevó a la conclusión que esta vez defendería los derechos de su familia.

Tras una llamada de alerta que le hizo un trabajador del gobierno, decidió teñir su mechón blanco hereditario, para despistar a las autoridades de migración, y con su esposa, hijos y nietos empezar la travesía de llegar a Estados Unidos para poder resguardar su integridad física y la de sus seres queridos.

En la entrevista dominical conversamos con Pablito Cuevas, a como se le conoce en Nicaragua. En esta nos da a conocer cómo su familia tomó el tema de dejar toda una vida hecha en el país y salir de su casa, sólo con la ropa que llevaban puesta.

Pablo Cuevas, sobre su exilio ¿hasta qué momento fue insostenible tu permanencia en Nicaragua y la de tu familia?

El año pasado fue muy difícil para mí, hubo asedio, persecución y este año venía con la misma tónica y el 4 de marzo, mientras andaba en la clínica con mi esposa recibí un mensaje donde alguien del gobierno me decía que me fuera de la casa, cabe aclarar que es un funcionario que no está de acuerdo con lo que está ocurriendo en este país, ese día regresé a la casa y hablamos con nuestra familia, yo tengo dos hijos adultos, uno de 22 y otra de 24, universitarios ambos, y decidimos todos salir del país y así fue que hubo algunos arreglos, ya me habían hablado de una excursión y pedimos boletos para el 8 de marzo, pero era evidente que no podíamos salir normal como todo nicaragüense y así fue hicimos algunas acciones para despistar… El 7 (de marzo) a media noche una amiga me tiñó el cabello, algo que para mí era muy difícil… Llegué al rio (Bravo) la mañanita del domingo de resurrección 17 de abril y encontramos un punto tranquilo y seguro y después de haber sido extorsionados por miembros de seguridad del lugar, pasamos el rio, nosotros oramos a Dios para que las cosas estuvieran a bien, compramos neumáticos para mis nietos, una cuerda fina, pero fuerte y a  Dios gracias el rio estaba bastante seco…al otro lado un oficial nos dio indicaciones y nos cambiamos de ropa y nos entrevistaron.

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La noticia de exiliarse ¿Cómo la tomó su familia?

Nosotros lo hemos hablado, es una sensación agridulce, a mi esposa la migraña se le había aumentado, me decía en la noche cada vez que viene un vehículo siento que la policía viene por vos, me decía no duermo bien, mis hijos no tenían vida, yo les decía que no podían andar en la calle, ni nada como cualquier joven, porque el régimen iba a utilizar cualquier cosa para llegar a hacerme algún daño, entonces vivíamos con esa situación de inestabilidad, y ellos comprendieron y estuvieron de acuerdo inmediatamente que teníamos que salir.

Hasta hace poco la CPDH era el único organismo de derechos humanos que tenía personería jurídica en Nicaragua. Mientras fuiste parte de ese organismo ¿En algún momento contemplaste el exilio?

No, por lo menos antes de tres meses antes no, incluso cuando metieron presa a la doctora (María Oviedo), no quería aceptar esa posibilidad. Por ejemplo en el primer cuatrimestre del año pasado, la policía me interceptó en el pájaro negro en Rio San Juan con 5 patrullas me devolvieron para Managua, luego me interceptaron en Nueva Guinea y con 5 patrullas me devolvieron hacia Managua, luego me interceptaron en Chinandega y la policía llegó a sacarme, nos escoltaron hasta León y yo pensaba seguir, pero resulta que el asedio frente a mi casa, los vecinos me decían que los policías llegan hasta mi casa y varias veces me siguieron, entonces esos últimos actos comencé a ver  como que me estaban cercando, es decir no iba a tener tranquilidad, sobre todo me preocupaba que estaba poniendo en riesgo a mi familia.

Es difícil ver a Pablo Cuevas en una faceta que no sea la de defender los derechos humanos. La organización Defensoría Nicaragüense de Derechos Humanos con sede en Miami de la que es presidente ¿Cómo va a funcionar?

Cuando estaba en Honduras, un grupo de nicaragüenses en Miami me dijeron que allá no existía una organización que de manera efectiva defendiera los derechos humanos de los nicaragüenses y me dijeron que yo era un ícono en materia de derechos humanos y querían hacer algún esfuerzo para el establecimiento de una oficina para auxiliar a muchos nicas en situaciones muy difíciles, sobre todo el aspecto migratorio…no somos una organización que está recibiendo el montón de dinero, donaciones, ni nada de eso, estamos comenzando todo en voluntariado, la semana pasada me donaron una laptops, estamos buscando una oficina en físico, en Costa Rica hay un grupo que ya se está organizado sólo esperando el banderillazo.

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La CPDH es parte de la historia de Pablo Cuevas como defensor de derechos humanos. ¿Qué sensación te queda al ver el organismo cerrado y al país sin oficinas de derechos humanos?

Es una sensación de tristeza, muchos años de mi vida estuve trabajando allí, la consideraba mi segunda casa y desde allí pude ayudar a mucha gente y eso te da una razón de vivir, algo me dice que para algo bueno vine a este mundo, gracias a Dios siento que me dio una vocación  de servidor, recuerdo un pensamiento que he leído muchas veces, el que no vive para servir, no sirve para vivir, siento que eso es parte de mí, entonces el ver todo lo que está pasando, el cierre de organismos de derechos humanos me provoca mucha tristeza, pero a la vez me da la certeza que estoy del lado correcto de la historia, y que el abusador no tiene más armas que la represión.

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Pablo Cuevas asegura que continuará haciendo lo que ha hecho por muchos años en materia de derechos humanos y agradece a la gente que lo apoya, a pesar de la persecución y las represalias que el gobierno de Nicaragua realiza sin escrúpulos.