Voz de América

La población nicaragüense que vive en Costa Rica tiene como tradición regresar a su país a inicios de diciembre de cada año para compartir con sus familias las festividades de nochebuena, Navidad, despedida de año y el recibimiento del año nuevo.

Según reportes de la Dirección General de Migración y Extranjería de Costa Rica, entre diciembre de 2017 y enero de 2018, más de 100.000 nicaragüenses viajaron a su país para vacacionar y luego retornar.

Adriana López, una migrante nicaragüense de 56 años que reside en Costa Rica desde 1996, relata a la Voz de América que antes de la pandemia iba a Nicaragua “dos o tres veces al año” a visitar a sus padres.

Ya son personas mayores, pero estos dos años no he podido, primero por el gasto y segundo por la crisis económica que tenemos“, afirmó.

Como otros países países, el Gobierno de Daniel Ortega exige a sus a sus ciudadanos presentar la prueba negativa de COVID-19 cuando deciden retornar.

En Centroamérica sólo Nicaragua y Honduras piden a sus ciudadanos la prueba negativa de COVID-19. Dicha medida podría cambiar tras ser detectada la nueva variante ómicron, indican los expertos.

Claudia Vargas, coordinadora de la comunidad nicaragüense de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, en entrevista con la Voz de América criticó la imposición a casi dos años de pandemia.

Vargas, quien se exilió en Costa Rica en 2018, explica que a sus compatriotas que residen en Costa Rica se les dificulta costear las pruebas que exige el Gobierno de Ortega.

Los nicaragüenses se han topado en medio de la pandemia con la crisis de desempleo. Estamos hablando que Costa Rica tiene un 19% de desempleo, una de las más altas de los últimos años”, dijo.

Organizaciones de la sociedad civil calculan que hay más de 1 millón de migrantes nicaragüenses en el mundo y representan aproximadamente el 20% de los más de 6 millones de habitantes del país. En consecuencia, son emisores de remesas, las cuales constituyen más el 14% del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua.