En León ahora son más las mujeres que coinciden en los sitios de referencia donde arriban hombres con dinero en busca de sexo. La falta de empleo formal es una de las razones.
Radio Darío conversó con la abogada Aleyda González, asesora legar de la Asociación Mary Barreda, una entidad que trabaja con 80 mujeres de diferentes edades que están en situación de explotación sexual y económica.


La mayoría de las mujeres se encuentran en un rango de edad entre los 18 y 27 años, según datos de la Asociación Mary Barreda.
El 80 por ciento de ellas, apenas tuvo la oportunidad de concluir la educación primaria, y las demás lograron educación técnica o estudios universitarios.

EL PREJUICIO DE UTILIZAR MASCARILLAS


Aleyda González afirma que mantienen una lucha titánica para que los dueños de locales donde las mujeres esperan a los hombres tomen conciencia de que ellas deben andar mascarillas todo el tiempo como medida de prevención ante el Covid-19.
La abogada considera que la pandemia solo vino a incrementar los riesgos de las mujeres en situación de explotación sexual.


“Muchas de ellas no están usando mascarillas, algunos propietarios de locales, en los cuales ellas buscan al cliente, le dicen que, si usan mascarillas, emiten un mensaje que están enfermas de covid-19 y ahuyentan la clientela; es por ello que nosotros como organización visitamos esos lugares y le llevamos kits de protección para prevenir contagios del coronavirus en este grupo vulnerable”, manifestó la abogada.

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Foto/ Europa Press

ANA MARÍA, LA PROSTITUCIÓN Y EL COVID-19

Hace siete años, no encontrar un empleo formal obligó a Ana María a ofrecer sexo para que su familia pudiera comer todos los días.


Ese es el nombre que utilizamos para proteger la identidad de una mujer que decidió conversar con Radio Darío.


Aún con todos los riesgos que debe asumir, los ingresos económicos para esta mujer no sobrepasan los siete mil córdobas.


“Llevó la comida a mis padres e hijos, pero aquí nada es color de rosa, sufrimos a veces agresión física, sexual y verbal; y nos quieren pagar más de 100 córdobas” dice la mujer de 28 años.


Ana María también ha sido golpeada por la pandemia. Ha sufrido la pérdida de familiares por el Covid-19, y entre tantas situaciones, lo único que le satisface asegura es que sus hijos puedan estudiar.


Después del estallido social en el año 2018 “es más peligroso” realizar el trabajo que realiza Ana María. Y es que cuenta muchas de sus compañeras han estado en el umbral de la muerte.
Algunas son violadas, o deben sufrir las agresiones de algunos hombres. “Pero si ponemos la denuncia en la policía y si decimos que fuimos agredidas físicamente mientras prestábamos el servicio sexual, nos ignoran porque somos prostitutas” lamentó. 

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Foto/ Reuters

NO SON TRABAJADORAS SEXUALES


“No les llamamos mujeres trabajadoras sexuales, sino mujeres en situación de vulnerabilidad social y económica o en situación de prostitución”, dice la abogada Aleyda González.


“Con las mujeres que trabajamos le decimos que están en vulnerabilidad socioeconómica, si bien le genera ingresos para ellas y sus familias, pero no es un trabajo porque se desprende de una situación violatoria a todos sus derechos, la causa y el origen son situaciones de violencia; ellas no están en el regimen se seguridad social, esa actividad no la dignifica, no tienen derecho a prestaciones de leyes por donde le busquemos no es un trabajo. Las ubica en un escenario de mayor vulnerabilidad a todos sus derechos: a la integridad física, integridad psicológica, sexual y a todo su desarrollo”, explica.


Un estudio de la Asociación Mary Barreda destaca la necesidad de la mayoría de las mujeres de poder salir de la situación de explotación sexual y económica en la que se encuentran, y encontrar oportunidades sin tener que exponerse a numerosos riesgos.