La joven Jessica Ramos de 24 años permanece encadenada en el patio de su casa. Para algunos puede parecer un acto cruel, pero es la única manera que encontró su madre Julia Maradiaga, para asegurarse de que no escape.

Ellas viven en la comarca La Grecia, zona rural ubicada al norte del municipio de Chinandega. Asegura que una decepción amorosa desestabilizó la salud emocional de su hija y ahora teme que escape de casa y le hagan daño en las calles, como ya ocurrió antes.

“…ella me dijo que estaba enamorada de un muchacho. Yo le dije a ese hombre que mi hija estaba muy enferma. Desde que se conoció con él a mi hija le cambió la vida y ya no la miré igual. Luego ella se recuperó, pero hace seis meses de la noche a la mañana ella amaneció desesperada, quitándose la ropa, queriendo correr, no quería comer y decía que si él no venía se iba a matar

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Aunque la reportera de Radio Darío quiso conversar con Jessica, ella eligió hablar con el camarógrafo a quien intentó explicarle lo que siente: “Es como cuando vos querés morir verdad, que ya no hay sentido para tu vida, que una voz te llama y te dice ¡No! no podés morir, no es la hora, así me pasa a mí. Quería morir y no podía morir” cuenta la joven, con su tobillo atado a un poste.

Julia Maradiaga teme por la seguridad de su hija. Se encuentra en busca de una forma para atenderla. Sus recursos se han agotado y la atención de salud pública no ha dado respuestas al estado de salud mental de su hija.

Llevo sobre tres años de años con ella, luchando yo sin trabajar cuidando a mi hija. No la puedo dejar sola. Entro a sus visitas con el psiquiatra y mi hija no mejora. No he visto ningún cambio

Por el contrario, Jessica empeora. Oye voces, responde al impulso de correr y tiene alucinaciones “por eso la encadené de los pies a un palo, para que no se me vaya, mañana va ser inevitable que a mi hija me la secuestren, me la maten o me le pase algo”, dice preocupada Maradiaga.

Esta familia chinandegana que se dedica a la siembra de algunas parcelas ya agotó sus recursos. Incluso han empeñado sus tierras para ir tras opciones médicas o religiosas, pero no han podido resolver la situación. Ahora piden ayuda económica o especializada.

Para contactar a Julia Maradiaga y su hija, llamar al número de teléfono 8770-6738.