Damaris Rostrán es originaria de Tipitapa. Llegó a Estados Unidos en 2002 y se ha dedicado a trabajar en temas de justicia social y activismo político. Actualmente es activista de la diáspora nicaragüense en Nueva York y Nueva Jersey.

En esta entrevista nos habla sobre el trabajo de la diáspora de nicaragüenses en los Estados Unidos y el mundo, también sobre la persecución contra la Iglesia Católica, la Ley Renacer y la creciente migración de nicaragüenses hacia los Estados Unidos.

¿Qué está haciendo la diáspora nicaragüense en Nueva York?

Hemos trabajado en política desde los Estados Unidos. Hacer un asilo político es de las cosas más difíciles que le puede pasar a cualquier persona. Los nicaragüenses somos desterrados, no tenemos una tierra donde regresar. Siempre estamos interesados con el tema de los campesinos, las mujeres, los jóvenes. Empezamos como autoconvocados y más tarde formamos la mesa de trabajo de Nueva York y Nueva Jersey, y decidimos cabildear.

Tenemos muy cerca a tomadores de decisiones en Estados Unidos, tanto senadores como congresistas. Eso nos facilita el entendimiento. La diáspora nicaragüense es una de las más pequeñas en Estados Unidos porque hay otras que son enormes como los cubanos, venezolanos, y somos una de las diásporas más pobres porque no hemos alcanzado el nivel de desarrollo que han alcanzado otras diásporas, por lo mismo, porque no migrábamos constantemente a Estados Unidos. No somos una diáspora que venimos por cuestiones económicas, si no que nos destierran de nuestro país.

¿Están satisfechos con el alcance de la Ley Renacer?

No totalmente. Sabemos que la Ley Renacer está diseñada para llevar a Nicaragua hacia el camino de la democracia y contempla varias cosas. Sanciones, relaciones militares en Rusia y Nicaragua, la revisión de cuentas a la familia de dictadores y sus hijos, también la relación con los bancos y organismos multilaterales. Nos hace falta, pero para eso seguimos trabajando. Estamos en un proceso de seguir educando a la diáspora. La lucha es de todos los nicaragüenses y de los nicaragüenses que están adentro debe venir la respuesta, pero esta diáspora está dispuesta seguir y no parar, pero nos falta. Renacer la deberíamos estar aplicando con los préstamos de los bancos, por ejemplo.

Te puede Interesar: Simulan “defensorías” para presos políticos de la iglesia católica

¿La diáspora es uno de los enemigos más grandes que tiene Daniel Ortega?

Yo me imagino que sí. Yo no me imagino si quiera que nos puedan dejar entrar a Nicaragua.

¿Damaris, ha intentado entrar al país luego de los destierros a otros compatriotas ?

No, no he intentado por seguridad y la seguridad de mi familia, pero es un sueño que yo sé que se va a hacer realidad. Sueño con volver por Ometepe, reunirnos con seres amados en aquellos sitios hermosos de Nicaragua, pero en este momento no se puede.

La persecución a la Iglesia se ha intensificado en los últimos días

Justamente en estas semanas hemos tenido foros y conferencias en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas junto con el embajador de Estados Unidos para la libertad religiosa. Seguimos haciendo saber todo lo que pasa con la Iglesia Católica y no solo con la Iglesia Católica, si no que con las iglesias cristianas en general está pasando y eso lo sabemos. Sabemos que con nuestros hermanos de la Costa Caribe de Nicaragua pasa esto también.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que no era lógico deportar a nicaragüenses con toda la situación de represión que se vive en el país. ¿Cómo valora esto?

Es increíble el número de personas nicaragüenses que está cruzando la frontera. Como nunca. Ni siquiera como en los años ochenta. Es lamentable como vienen médicos, periodistas, arquitectos, toda una gama de profesionales nicaragüenses y que vamos a necesitar las manos de todos ellos para la refundación de la nueva Nicaragua que soñamos tanto.

Seguimos trabajando para el permiso de trabajo temporal. Necesitamos que la administración haga algo particular por nuestros hermanos exiliados. Hay procesos de asilo, pero estos pueden durar cinco o seis años. Necesitamos que estos hermanos nicaragüenses exiliados tengan un espacio en esta sociedad y que sientan esa bienvenida.

¿Cree que pueda haber justicia en Nicaragua en algún momento?

Es difícil para nosotros los nicaragüenses creer en justicia, porque nunca hemos tenido justicia, entonces cuando no has tenido algo, no podés creer porque no lo conocés. Una de las cosas que los nicaragüenses tenemos que aprender es que los procesos de justicia lamentablemente no están tan cerca como quisiéramos. Sí va a haber un cambio, porque es ahí hacia donde vamos. Estamos muy cerca de ese cambio porque en 2018, el estallido social se dio porque el pueblo nicaragüense está cansado de la misma política, de todos los partidos, de la forma de hacer política, porque los políticos piensan que están arriba y el pueblo abajo, y es al revés. Si el pueblo no le da el poder al político, el político no tendría ese poder. El nicaragüense está aprendiendo a hacer democracia.

La gente en Nicaragua se tiene que cuidar mucho, pero hay que seguir trabajando. Hay que usar todas las herramientas que tenemos para seguir trabajando porque todas las dictaduras en el mundo han caído y como bien dijo monseñor Álvarez, la Iglesia está acostumbrada a ver pasar el féretro de sus enemigos. No hay que perder la fe, hay que luchar.