La mañana del jueves cinco de julio, hace dos años, Sutiaba vio morir a tres de sus hijos tras la masacre en las barricadas. Los asesinatos a Junior Núñez Rojas, Alex Enrique Machado y a solo unas cuadras Danny Ezequiel López siguen en la impunidad.
En la esquina del Alacrán, una popular referencia al suroeste de Sutiaba aún permanece las marcas de sangre de Alex y Junior; no solo eso, en la misma esquina fueron colocadas dos cruces, representan el lugar donde fueron tirados.
Unas cuadras hacia el norte de Sutiaba también fue asesinado Danny López. Era la Operación Limpieza, el Frente Sandinista acabó con todo lo que encontraba a su paso. Los asesinos andan libres.
Alex y Junior eran amigos, sus casas solo están separadas por la misma esquina donde fueron ejecutados. En cambio Danny fue abatido sin oportunidad de vivir.
Resistiendo en las barricadas
En León tras la aparición de grupos paramilitares del Frente Sandinista la ciudadanía montó aproximadamente 400 barricadas. Sutiaba se organizó para impedir la circulación de las camionetas de la muerte.
Al amanecer del cinco de julio hace dos años, la Operación Limpieza en León se llevaba consigo no solo adoquines, sino la vida de nicaragüenses.
Mientras unos dormían, otros vigilaban desde las trincheras, los roles se alternaban. Quien asomaba entre los orificios de las barricadas veía venir palas mecánicas y hombres armados.
Las palas mecánicas levantaban los adoquines y abrían paso a los asesinos que descargaban balas unas tras otra como si tratase de un enfrentamiento entre dos grupos armados.
Las balas no solo alcanzaron a Junior, Alex y Danny, ahora muertos. También a otros que lograron sobrevivir, pero que viven marcados por las secuelas del plomo.
Danny el joven padre ejemplar
El cinco de julio de 2018 el Frente Sandinista atacó Sutiaba. Las personas permanecían en sus viviendas, la única forma de saber que pasaba en el exterior eran las redes sociales o la emisión en vivo por Radio Darío.
Una mañana antes Danny Ezequiel López (21) escribió en Facebook: “Hay causas por las que merece la pena morir, pero no por las que merece la pena matar”.
Se dedicaba a la venta de carne de cerdo y se preparó como cada mañana para entregar su producto. En su trayecto encontró al grupo armado y fue abatido sin oportunidad de escapar.
“Dejó un niño pequeño en la orfandad… él quería darle todo a su hijo, él iba a verlo, a buscarlo, salía muy de mañana a buscar a su niño y llevarle lo que el necesitara”, contó su padre a Radio Dario.
Según el progenitor, Danny lamentaba lo que ocurre en Nicaragua y que anhelaba paz para que el gobierno no continuaran derramando la sangre de más personas.
“Su hijo siempre pregunta por él, ¿dónde está mi papá?”.
Alex Machado. Su cuerpo fue entregado con 9 disparos
Un día antes de su muerte, Alex Enrique Machado (24) había comprado una carne. “madre vamos a comer rico carne asada”, le dijo a su progenitora Luisa Emilia Sánchez.
Sin embargo ese mismo día un mal presentimiento ya había advertido a la señora “era una tristeza en mi corazón”, recuerda.
“Me salí en medio de la balacera”, cuenta la señora; “vi a los policías y a uno de ellos le dije que Dios te bendiga, pero no me había dado cuenta que mi hijo estaba muerto”.
Según Luis Emilia Sánchez, Alex llevaba un disparo en el estómago. Su hermano fue a recibir el cuerpo a la morgue del hospital de León (Heodra). “Mi hijo tenía nueve disparos, tres en la cabeza, tres en el estómago y tres en el costado”.
Los hijos de Alex han crecido, también sin oportunidades, han sido rechazados de los colegios públicos, los acusan de ser hijos de un tranquero.
Junior Núñez Rojas el futbolista
Junior Núñez Rojas (21) solo estaba a escasos 20 metros de su casa. Las balas lo alcanzaron mientras su familia resguardaba en su vivienda escuchaba las detonaciones. Minutos más tarde su mamá fue avisada, pero el presentimiento ya le había advertido.
“La sangre de Cristo me valga que a mi hijo me lo proteja”, dijo Marina Rojas cuando escuchó las primeras detonaciones.
“Cuando pude salirme ya me dijeron mis hermanas, Marina a tu hijo lo mataron”, recuerda.
Según su mamá había conformado un equipo de fútbol, días antes recibió uniformes que repartió entre sus amigos que integraban el club.
Sobreviviente del ataque
Juan (nombre ficticio) logró sobrevivir al ataque de paramilitares. Las balas lo alcanzaron mientras corría, fue recogido por armados, subido a una patrulla y llevado a los alrededores de la iglesia San Juan Bautista en Sutiaba.
Tras tomar su nombre la policía lo dejó en el hospital, creyeron había muerto. Ahora con secuelas y luciendo distinto recuerda el ataque.
Según Juan, hombres vestidos de negro, posiblemente de las Fuerzas Tapir de la policía, era quienes disparaban contra las personas en las trincheras. Atrás oficiales hacían un circulo para cubrir a los atacantes.
Juan necesitó una cirugía de cuatro mil dólares para reconstruir parte de su organismo destruido. Recibió disparos en el estómago, brazos y glúteo.
En el mismo cementerio
Los restos de Junior Núñez Rojas, Alex Enrique Machado y Danny Ezequiel López fueron llevados el seis de julio hace dos años al cementerio San Juan Bautista de Sutiaba.
Han transcurrido dos años y el sistema de justicia no ha llevado a los responsables ante los tribunales. Bien dijo el Obispo Bosco Vivas Robelo (QEPD), admirado por unos y cuestionado por otros, “de la justicia de Dios nadie se salva”.
Por Francisco Torrez Tapia