Mons. Álvarez es exhibido por la dictadura: “Tengo mucha fuerza interior y mucha paz en el Señor”
Monseñor fue exhibido por el régimen 45 días después de su “desaparición forzada”

“Gracias a Dios (estoy) bien, con mucha fuerza interior, con mucha paz en el Señor y con la virgen santísima”, fueron las palabras del obispo Rolando Álvarez al ser visto por primera vez después de 45 días de su encarcelamiento arbitrario en Nicaragua.
Visiblemente deteriorado en su físico. Lucía pálido, con ojeras, poco cabello y muy delgado en las fotos y videos publicados repentinamente la noche del sábado, 25 de marzo, por los medios oficialistas. Sin embargo, monseñor no dejó de sonreír al reencontrarse con dos de sus hermanos, Vilma y Manuel Antonio Álvarez Lagos.
El régimen los reunió en un salón arreglado con largas cortinas blancas y sillones azules presuntamente del Sistema Penitenciario Nacional Jorge Navarro, conocido como “La Modelo”, ubicado en Tipitapa, Managua, donde fue encerrado el líder religioso.
Ahí, los sentaron en un pequeño comedor, les sirvieron comida y jugos artificiales y los hicieron comer frente a las cámaras de los medios sandinistas. Monseñor llegó con su traje azul de presidiario.

En un momento, monseñor salió del salón y al regresar se dirigió directamente hacia el equipo periodístico de Canal 4, con una sonrisa, para contestar las preguntas del trabajador del régimen, quien intentó en todo momento presentar una imagen de monseñor “bien atendido, tranquilo y saludable”.
“Hemos platicado, hemos comido, muy sabroso aquí con una comidita que nos facilitaron gentil y amablemente los amigos del sistema penitenciario”, le dijo el obispo de Matagalpa al presentador.
“Monseñor, ¿nos confirma que usted ha recibido un trato digno como todo ser humano merece?”, preguntó el trabajador del régimen. A lo que el obispo contestó “sí, sí, sí, gracias a Dios, agradezco a las autoridades competentes y a las del Sistema Penitenciario”, mientras apretaba levemente sus labios.
El entrevistador insistió “¡me alegra verlo bien, saludable!” y el obispo contestó con una sonrisa “¡Ah bueno! ¿Me ves bien? ¿Saludable? ¿Y la cara cómo me la ven?”, preguntó a camarógrafos y fotógrafos que dispararon sus lentes en cuanto monseñor comenzó a reír más al escuchar la aseveración del periodista que no coincidía con la imagen desgastada del líder religioso.
A pesar de la presión, el reo de conciencia aprovechó para evangelizar ante las cámaras, un acto que el régimen le prohíbe hacer públicamente desde que la Policía lo sacó por la fuerza de la Curia Episcopal de Matagalpa, el 19 de agosto de 2022, después de 15 días de haberlo sometido a asedio policial junto a otros religiosos y laicos de la diócesis.

“Agradecer a la Virgen Santísima porque hoy es día de la Anunciación del Ángel a la madre, para que con su “sí” el verbo se hiciera carne y habitara entre nosotros para nuestra salvación y redención, porque en el Día de ella, pues, mis hermanos han podido venir a verme. La madre siempre nos protege y nos cubre a todos con el mismo amor materno”, finalizó monseñor Álvarez con una sonrisa.
En las imágenes también se observa cuando un oficial del Sistema Penitenciario se acerca a ellos. Excarcelados políticos identificaron al hombre como Venancio Alaniz, “represor y torturador” de la cárcel “La Modelo”, que “no temía agarrar un arma para balacearse a cualquiera a manera de amenazarnos”. “Dio órdenes de botarnos la comida, golpearnos y se menciona como quien ordenó disparar el día que asesinaron al preso político Eddy Montes”, manifestó a este medio el exreo político Róger Martínez.
La dictadura exhibió al líder religioso tras continuas demandas de organismos de derechos humanos, políticos y activistas del mundo que exigían una prueba de vida al régimen. Abogados indicaron que el prelado se encontraba en condición de “desaparición forzada”, lo que constituye un delito de lesa humanidad.
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En esta ocasión, el régimen también permitió que en sus medios de comunicación se refieran a Álvarez con su título honorífico de “monseñor”.
Monseñor Álvarez fue enviado a la prisión el 9 de febrero, luego que, según el dictador Daniel Ortega, se negó a abordar el avión que lo expulsaría hacia Estados Unidos junto con otros 222 presos políticos. Ortega lo acusó de “energúmeno” por negarse al destierro. En represalia, la justicia lo condenó a 26 años de prisión por presunta conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y por supuesta propagación de noticias falsas; además, lo despojó de sus derechos políticos de por vida y le arrebató la nacionalidad nicaragüense, sin realizar ningún juicio.
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